La llegada del otoño no solo viene acompañada de descensos de temperatura, disminución de la insolación, depresión postvacacional y comienzo del curso escolar. También trae días de lluvia, tormentas eléctricas que, si son lo suficientemente abundantes, hacen que nuestros bosques se llenen de hongos cada vez más raros. Un hongo en particular va a ser uno de los protagonistas de esta receta que hoy os traigo. Buscado en otoño por los pinares donde la humedad hace que estas queridas setas se llenen de esos deliciosos regalos que nos regala nuestra tierra, bajas en grasas y con propiedades nutritivas que la convierten en uno de los superalimentos más saludables.

Tienen varios nombres mízcalo, níscalo, robellón o rebollón y su nombre científico es querido lechero Lactarius sanguifluus ambos comestibles, la diferencia entre los dos es el color naranja intenso de uno y un tono púrpura más oscuro del otro.

Ambos, cuando se cortan a través del tronco, el color púrpura o naranja aparece alrededor del tronco, lo que ayuda a distinguirlos. Si el tronco está completamente blanco al cortarlo, es un falso rebozuelo de sabor picante y desagradable, por lo que es mejor tirarlo y guardar los dos que se utilizarán para hacer esta receta.

Una vez que tenemos suerte y encontramos una buena cantidad de este hongo, nos encontramos en condiciones de consumirlo antes de que se eche a perder, ya que sucede a los pocos días. Congelarlos no es una buena opción y si lo haces ya deben estar cocidos crudos, se vuelven casi incomibles cuando los sacas y los descongelas. A la plancha con unas rodajas de ajo y aceite de oliva virgen extra es un bocado exquisito, pero le vamos a dar un giro y vamos a hacer un paté de rebollones que te hará mirar con otros ojos este manjar de nuestros bosques. .
Ingredientes:
- Cebollas verdes.
- Ajo tierno.
- Vino Pedro Jiménez.
- Salsa de soja sin gluten.
- Aceite de oliva virgen extra.
- Romero y tomillo fresco.
- Sal.
En un mortero triturar las hojas de romero y tomillo con un poco de sal.

Una vez que estén bien trituradas, las mezclamos con aceite de oliva virgen extra y las dejamos macerar unas horas.

Limpiamos bien nuestros champiñones de la suciedad o estropearemos nuestro plato, una vez cortados y retirados los trozos que puedan tener parásitos, hay que revisar bien el rebollón para que no tenga gusanos en su interior.
En una sartén, dorar los ajos tiernos picados con el aceite aromatizado con romero y tomillo.

Cuando estén dorados, se incorporan los rebollones cortados y los ponemos a cocer unos cinco minutos.

Añadir el vino Pedro Jiménez con un chorrito de salsa de soja sin gluten y reducir hasta que la salsa esté ligeramente espesa.

Ahora ponemos todo en un vaso de batidora y trituramos hasta que quede una masa sin grumos, lo más fina posible.

Con la reducción de vino conseguimos que el paté quede más suave añadiendo un poco de líquido y que tenga un toque dulce muy especial que contrasta con el potente sabor del rebollón, lo que lo hace ideal para untar sobre tostadas o como dip con unos Nachos.
