Desde tiempos inmemoriales, a los humanos les ha encantado cubrir cualquier cosa con una capa dulce. Algunas cubiertas pueden consistir en una sábana gruesa, otras en un algodón ligero y esponjoso, otras en un cristal fino y ligero que chirría en la boca cuando se mastica. En lo que a nosotros respecta, será un toque tan ligero que apenas lo notarás, pero cada bocado hará que tus papilas gustativas exploten pidiendo más y más. Solo tienes que probarlo y dejarme tus comentarios, prometo responderlos.
La receta elegida de hoy la haremos con uno de los ingredientes más saludables que hay en el lugar donde almacenamos nuestros frutos secos. Son ricas en grasas vegetales saludables, fibra, proteína vegetal, ácido fólico, magnesio, calcio y vitaminas del grupo B. Un alimento perfecto para cuidar nuestro corazón y saciar nuestro apetito en un en buena salud.
Vamos a calentar las nueces, que les darán un toque tostado y una dulzura acaramelada lo justo, gracias a la miel, para darle un toque irresistible.
Ingredientes:
- 250 g de nueces peladas.
- 100 ml de agua.
- Tres cucharadas de miel.
La ejecución es muy sencilla:
Separa la cáscara de las nueces de la fruta. Tenga cuidado de no dejar ningún trozo de cáscara o esta especie de filamento leñoso o, en el momento más agradable, sus dientes se pararán en seco y un dolor agudo se apoderará de sus muelas, y seguramente recordará este consejo.
En una fuente para horno, hay que poner las nueces peladas y repartir el agua mezclada con miel por encima.
Ahora hay que darle unas vueltas y meterlas al horno a 180 g durante unos minutos.
Y ahí es donde hay que tener cuidado, hay que abrir el horno y darle la vuelta cada 3 minutos y esperar a que se peguen las nueces. Cuando el agua se haya evaporado, sácalas para que se enfríen.
Ahora puedes guardarlas en un bote de cristal para poder llevar siempre que nos ruge el estómago.
Cuidado, son increíblemente adictivos.